Obispo Mariano Martí
(1720 - 1792)
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Día 7 de junio de 1783, salimos desde Caracas hacia el pueblo de la Sabana de Ocumare. El camino generalmente no es malo, pero hoy si lo es, debido a las lluvias. Cerca del camino hay muchas haciendas de cacao. El terreno tiene algunos cerros pequeños. Antes de llegar a este pueblo de la Sabana de Ocumare, a distancia de casi un cuarto de legua, pasamos el río del Tuy, y antes y después de pasar el río, pasamos algunas acequias para el riego de las haciendas. La hierba que producen estas tierras es de muy buena calidad, que llaman gamelote.
La iglesia de la Sabana de Ocumare está bajo la invocación de San Diego de Alcalá. Es de una sola nave, cubierta toda de obra limpia, sus paredes son de tapias y rafas. Tiene Baptisterio bien decente al entrar a la Iglesia, a la banda de la Epístola, Coro alto y cementerio a la misma banda de la Epístola, a distancia de pocas varas de la pared de la misma Iglesia.
La gente de aquí es de un genio tal que si los convidan para un baile, todos acuden a él, y si los convidan para un ejercicio piadoso en la Iglesia, acuden todos igualmente; no hay vicio particular o predominante en esta región, hay frecuencia de Sacramentos y devoción, pero también uno que otro domingo se forman grandes bailes en las localidades cercanas, pero, sin embargo su gente es de buena índole, y no de genio caviloso y malicioso.
Existen 53 hacendados, todos de cacao, menos uno que tiene un trapiche. Estas haciendas se han regulado poco, sin poderse dar razón precisa, porque en unos años de una hacienda se hacen dos, y en otros años de dos haciendas se hace una. Estos hacendados, a proporción del número de los esclavos, pagan a prorrateo o por repartimiento 200 pesos al cura y 50 pesos a la Iglesia para la oblata de pan, vino y cera anualmente, y dichos hacendados amos de esclavos nada pagan a la Iglesia ni al Cura de derechos parroquiales, pero si pagan para sí mismos, para sus hijos y demás de su familia, por sus derechos parroquiales, y también pagan las primicias. Los demás vecinos libres y que no son esclavos no pagan estipendio ni oblata, pero pagan primicias y obvenciones y los vecinos, aunque tengan esclavos, si no tienen hacienda, no pagan estipendio ni oblata y solo pagan primicias y obvenciones. Es de advertir que los que tienen esclavos y no tienen hacienda pagan las obvenciones o derechos parroquiales no sólo para sí, sino también para sus esclavos. Los que pagan obvenciones se entiende que pagan también los rasgos de sepulturas según el tramo en que se entierren.
No hay pulpería ni guarapería por arrendamiento, solamente don Esteban León tiene aquí y en toda la provincia el privilegio de vender aguardiente de caña, que lo hace en su propia hacienda, y es el único hacendado de caña dulce o trapiche en esta provincia, y esto se lo permite el Intendente sin reparar en el perjuicio que causa a la Real Hacienda en la venta de los aguardientes que se traen de España y de las Islas, que pagan sus derechos al Rey.
Las tierras de esta provincia son muy fructíferas, tanto por su calidad como por las muchas lluvias, y riego de las acequias, que salen del río Tuy. Se producen cacao, caña dulce, fríjoles y algunas otras legumbres, maíz, arroz, plátanos… aquí prospera cuanto se siembra o planta. Ahora empiezan a trabajarse algunas haciendas de añil, que se da de una calidad superior. El sitio donde se encuentra este pueblo no es muy llano, pues no deja de haber algunas hoyadas pequeñas y algunos cerros de poca altura. Por la banda del Sur, a distancia de media cuadra de las casas, corre una quebrada de agua de buena calidad regularmente todo el año, al menos que agarren el agua para regar la hacienda de trapiche de don Esteban de León, si es así los vecinos tienen que ir a buscar el agua a una acequia del río, la cual corre a mayor distancia del pueblo que la referida quebrada. La plaza de este pueblo está bien formada y la Iglesia le viene atravesada y hace frente a la plaza el costado o banda del Evangelio, y delante de la puerta mayor hay bastante espacio. Las calles están mal formadas por lo desarreglado de las casas, que no están puestas en líneas, muchas de ellas por el poco cuidado que se ha tenido al empezarlas a edificar. Si dichas calles y casas estuvieran bien arregladas, formarían un buen pueblo, pues acá hay 156 casas. El clima es cálido y sano, a pesar de ser húmedo.
El pueblo de la Sabana de Ocumare cuenta con 2141 moradores. De estos hay de esclavos 1059, y los restantes son libres, blancos, negros, mulatos y zambos. El Teniente de Justicia mayor es don Juan Joseph Marcano, casado en Canarias con doña Margarita Sucre, hija del capitán don Antonio Sucre, y hermana de doña Teresa Sucre, viuda de don Matheo Gual.
La Sabana de Ocumare desde el punto de vista de otros historiadores
José de Oviedo y Baños (1671 - 1738) |
José de Oviedo y Baños en "Historia de la conquista y población de la provincia de Venezuela" nos describe que los aires de la Sabana de Ocumare son muy frescos y saludables, el terreno despejado y el cielo muy alegre con una bella cordillera que es atravesada por el río Tuy (el río más rico que tiene esta provincia), que con la abundancia de sus aguas va fecundando las grandes vegas que tiene este territorio de uno y otro lado y regando también el gran número de arboles de cacao de su fértil terreno. Además Oviedo y Baños nos relata que el cacao que se produce y consume en esta región es tanto y tan bueno que sus pobladores lo preparan de variadas maneras.
Joseph Luis Cisneros en "Descripción exacta de la provincia de Benezuela" refiere que en la Sabana de Ocumare, durante todo el año, se producen infinitas raíces como: ñame, mapuey, ocumo, batata, patata, apio, además gran variedad de frutas como: plátanos, dominicos, cambures, aguacates, piñas, chirimoyas, guayabas, papayas, mamey, nísperos, membrillos, higos, coco, hicacos, sapote, anón y otras muchas; que aunque son cultivos agrestes los mismos son de gran utilidad para las familias que los cultivan. Se da el café de excelente calidad y también hay en este valle grandes haciendas de cacao en cuyo ámbito no se encuentra otra planta sino vastas plantaciones de este árbol.
Joseph Solano y Bote (1726 -1806) |
El 8 de octubre del año 1768, el investigador e historiador Gonzalo Bello, siguiendo lineamientos de Don Joseph Solano y Bote, Gobernador y Capitán General de la Provincia de Venezuela, en sus trabajos de investigación, describe que el valle de la sabana de Ocumare estaba todo dedicado a la agricultura del cacao, era tan abundante y de buena calidad el cacao de esta zona, que no se producía nada más, ni ganado mayor ni menor, ni bestias mulares, ni se había procurado descubrir otros minerales, ni vegetales, mas que dicho fruto, que en la región se dedicaban solamente sus habitantes al cuidado y comercio del mismo. El comercio principal de todo el Valle residía en Ocumare, el cual se reducía a la compra y venta de cacao.